Los motivos por los que perdemos dientes a lo largo de nuestra vida son muy diversos. Existen desde las causas genéticas hasta las pérdidas por traumatismos, pasando por los hábitos de higiene.
En cualquier caso, los riesgos de no reponer piezas dentales son tres: estéticas, fonéticas y funcionales o masticatorias. En función de la posición del diente o de los dientes perdidos cobrará más peso el aspecto estético, el fonético o el masticatorio.
- Consecuencias estéticas. Las personas dejan de lucir su sonrisa. Y aunque esto pueda parecer una cuestión menor, acaba afectando a la vida profesional, social y personal.
- Consecuencias fonéticas. La falta de piezas dentales puede afectar también a la pronunciación, especialmente si se trata de los incisivos o de los caninos, que son los dos grupos de dientes que más intervienen en la vocalización.
- Consecuencias masticatorias. En mayor o menor medida todos los dientes intervienen en este proceso que afecta a la digestión de los alimentos:
- Incisivos (8 dientes). Se encargan de cortar los alimentos.
- Caninos (4 dientes). Situados al lado de los incisivos, se encargan de desgarrar los alimentos.
- Premolares (8 dientes). Facilitan la trituración.
- Molares (12 dientes). Son los que más intervienen en la trituración de los alimentos.
Pero, ¿qué pasa cuando falta una pieza dental?
Si se pierde un diente y no se repone habrá una desestructuración de la arcada dental. Esto conllevará una peor masticación, desgaste del resto de dientes y daños en las encías. Esta situación se agrava cuando la pérdida es de varias piezas dentales.
Es por esto por lo que debe reponerse el diente con un implante dental a la mayor brevedad esté en una zona visible de la boca o no. Porque más allá de la estética, es una cuestión de salud.